ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LA ESCASEZ

Eric Goyo

¿Por qué falta el dinero en tu vida? ¿Por qué algunas personas ganan dinero con facilidad y a ti se te hace tan difícil? ¿Alguna vez has pensado qué es lo que te hace diferente de las personas para quienes la escasez no es un problema?

Cómo creas tu realidad.

La respuesta a esta última pregunta es muy sencilla: las personas prósperas y abundantes piensan, deciden y actúan distinto a ti, y por ello, sus resultados son diferentes a los tuyos.

Sueles creer que tus decisiones dependen de tus circunstancias, cuando la verdad es que tus circunstancias son la consecuencia de las decisiones que vas tomando día tras día. Ambas visiones son solo dos formas diferentes en las que los seres humanos nos hacemos responsables por la conducción de nuestras vidas.

En la primera, crees que estás a merced de lo que te impone el mundo exterior. En la segunda, sabes que estás al comando de tu vida desde lo que piensas y lo que sientes, es decir: decides conforme a lo que es importante para ti, no para los demás.

Categorías básicas.

Solo existen dos clases de personas: las que hacen que las cosas pasen y las que dejan que las cosas pasen. ¿En cuál categoría crees que te encuentras? La respuesta correcta la encontrarás observando tu actual situación de vida.

El autoengaño —mecanismo de defensa al que recurres subconscientemente para no desmoronarte mientras vives una vida que, en el fondo, no disfrutas— te impide darte cuenta de que tu realidad actual está siendo producida por:

  • La decisiones que tomas (ya que hasta no decidir es una forma de hacerlo).
  • Las acciones (o la falta de ellas) que derivan de tus decisiones.

El papel de la responsabilidad.

El primer paso para salir de una vida con la que no te sientes a gusto consiste en reconocer que debes hacerte cada día más responsable por tu forma de pensar, decidir y actuar.

La incapacidad que experimentas para darte la vida que quisieras tener, no solo expresa la manera en que piensas, decides y actúas. También refleja el grado de importancia que te das a ti misma(o).

¿Primero los demás?

De todas las creencias limitantes sigilosamente inoculadas por esta cultura, una de las más perniciosas tiene que ver con la manera de asignarle prioridad al bienestar. Por si no lo has notado, se te cuestiona por ocuparte de tu bienestar, si previamente no te has ocupado del bienestar de quienes te rodean.

¿Es inevitable tener que elegir entre los demás y tú? ¿Por qué no es posible atender ambas demandas simultáneamente? Por causa de un concepto perverso que también aprendiste en tu niñez: el del sacrificio.

Sacrificio y moralidad.

Te enseñaron a creer que lo que se logra sin sacrificio no tiene valor; que siempre debes renunciar a una cosa a cambio de otra. Y esa creencia ha estado alimentando tu forma de pensar, decidir y actuar toda tu vida sin que te hayas dado cuenta.

Estar gobernada(o) insospechadamente por el espíritu del sacrificio hace que tu dinero resulte insuficiente para atender todas tus necesidades de manera oportuna y satisfactoria. Sacrificarte te dignifica y alimenta el sentido de tu importancia personal, es cierto. Pero también tienes sus efectos no deseados.

El origen de la mentalidad de escasez.

La consecuencia más nociva de valorarte bajo la lente del sacrificio, es que tu sensación de ser verdaderamente valiosa(o) es confusa. Por lo tanto, también resulta contradictoria e insuficiente. La creencia en el sacrificio es la fuente de tu mentalidad de escasez.

Permitir que la escasez dirija tu vida, equivale a resignarte a vivir convencida(o) de que no es posible tenerlo todo. Ante tal insuficiencia, se impone la necesidad de decidir cómo administrar o distribuir lo poco que hay.

¿Y yo?

Si cada vez que priorizas el bienestar de otros —obligado por la presión social— debes sacrificar el tuyo, estás dejando de ocuparte de ti mismo. La pregunta que deberías hacerte es: ¿Quién se ocupa de mi bienestar mientras yo me ocupo del bienestar de otros?

Eso es lo que te ha estado pasando a lo largo de tu vida. Y es lo que va a continuar pasando si no tomas acción ahora. Corres el riesgo de que ese «mañana» que esperas con tan ingenua ilusión, se transforme en un «nunca» sin que te des cuenta.

El precio de no cuidarte.

Has dejado de invertir en tu propio cuidado, y ahora te das cuenta del alto precio que has estado pagando por sacrificarte en nombre del bienestar de los demás.

Te está sucediendo lo mismo que le pasa a un motor al que no se le cuida. Tanto su uso excesivo como la falta de mantenimiento lo termina dañando irreversiblemente.

Para mantenerte productivo (o retomar la senda de la productividad) debes ser la prioridad: nutrirte, mantenerte, cuidar de ti.

La escasez como reloj despertador.

La precariedad económica que actualmente te impide invertir en tu propio bienestar para aprender a sentirte a gusto con tu vida, es solo una de las muchas consecuencias del modo en que has conducido tu vida hasta hoy.

La buena noticia es que esa misma escasez te está brindando la oportunidad de reconocer que tu falta de seguridad y confianza en ti misma(o) para procurar más dinero en tu vida se debe a que la importancia que te debes a ti misma(o) se la has cedido a otras personas, y, tristemente, tal vez a otras cosas.

Decidir a favor, no en contra.

Para disfrutar tu vida, debes recuperar el primer lugar al que nunca debiste renunciar. La falta de un «mantenimiento preventivo» ha mermado tu productividad de una manera tan sutil, que no has sido capaz de advertirlo.

Estancarte en tu vieja forma de hacer las cosas, te impide adaptarte a un entorno siempre cambiante y cada vez más dinámico. Desde tiempos inmemoriales se ha hablado de la impermanencia y de la inevitabilidad del cambio: conceptos fáciles de entender, pero no tanto de asimilar y aplicar en nuestras vidas.

Cambiaste… y sigues cambiando.

Te invito a darte cuenta de que, lo que antes te funcionaba, es muy posible que ahora no te sirva de nada. ¿La razón? Ya no eres la misma persona, como tampoco lo son quienes te rodean. Los tiempos han cambiado y las condiciones de vida también.

Si en verdad quieres reconciliarte contigo misma(o), no descuides la actualización permanente de tus capacidades. Otro aspecto clave es redefinir tus roles a la luz de las nuevas circunstancias. La vida cambia y debes aprender a cambiar con ella.

Una nueva encrucijada.

Después de considerar todo lo anterior, ¿qué piensas hacer ahora? ¿Tomar acción para que te pase lo que quieres que te pase, o no hacer nada y dejar que te siga pasando cualquier cosa, como ha sido hasta ahora?

Lo que hagas —o dejes de hacer— dependerá del compromiso que tengas para contigo misma(o) y de tus ganas de vivir la vida que quieres vivir. Pero ese es un tema para otra entrega.

De momento, te recuerdo que me especializo en ayudar a gente mayor de 50 años a encontrar su propósito de vida. Si tienes buena salud, encontrar lo que le da sentido y significado a tu existencia es lo único que te hace falta para que puedas sentirte completamente a gusto con tu vida y disfrutarla plenamente.

Envíame un mensaje directo con la palabra «SENTIDO» a través de mi cuenta de Instagram para enviarte mayor información.

Espero reencontrarnos pronto.

Comparte este artículo: