El Mejor Año De Mi Vida

Eric Goyo

2020 ha sido un año que, a diferencia de los anteriores, ha promovido profundos procesos de transformación para toda la humanidad, tanto personal como colectivamente.

A diferencia de las anteriores, esta crónica no se ocupa de mi pasado lejano, sino más bien de una pieza más reciente mediante la cual ratifiqué la veracidad de aquella vieja conseja que se popularizó con una canción muy radiada en mi adolescencia: todo es según el color del cristal con que se mira.

A partir de febrero de 2020, mi vida ha estado compuesta por eventos fortuitos, aunque no casuales. Confiando más en la intuición que en la razón, me dejé arrastrar por una fuerza superior que me alejó de casa para establecer una sucesión de hechos que han servido para reconciliarme conmigo mismo. Mi plan original resultó ser solo un engranaje más del «plan mayor» y envuelto en la corriente inspirada de los acontecimientos, el resultado ha sido la profunda y continua renovación de mis viejos acuerdos con esta vida, mientras aprendo a abrazar con amor y gratitud, la perfección de cada momento.

Este breve trayecto de apenas once meses ha sido intensamente nutritivo, al punto de que aun hoy, continúo recogiendo la cosecha de lo sembrado durante éste y todos mis años dedicados a conocerme un poquito más cada día, conquistando pequeñas victorias privadas que sin notarlo, han marcado una gran diferencia, pues me conectan con la experiencia de la plenitud que guía mi tránsito expansivo.

En 2020 fui muy afortunado al tener a mi lado personas que voluntariamente cuidaron de mí. También fueron abundantes los intercambios de información y opiniones altamente nutritivos y gratificantes, y he sido premiado con el afecto de gente buena y sobradamente talentosa, cuya sensibilidad los compromete con la belleza y, por añadidura, con el presente, único momento en el que la vida es disfrutable.

2020 fue un año de tenaz dedicación a este proyecto al que ya le ha llegado su hora. Con renovados arrestos, estoy asumiendo la responsabilidad de cumplir el mandato que voluntariamente elegí para llevar a cabo esta nueva pasantía por los predios de la fisicalidad.

Se acaban las líneas y aún son muchas cosas que quiero contar de mi 2020. Algunas evidencias pueden encontrarse en la modesta página web en la que están contenidas estas y otras reflexiones sobre los aspectos humanos que más me atañen. También navego en Instagram, procurando alcanzar nuevas orillas dentro del caudaloso río de la digitalización del conocimiento.

2021 será testigo de mi nueva incursión en el mundo de las letras, con el lanzamiento del libro El Noble Inquilino (Cómo perdoné al ego). Quisiera extenderme en los detalles del aspecto más íntimo de la transformación experimentada en este intenso período, pero, por la longitud acostumbrada de este espacio de reflexión, me temo que quedará en el tintero hasta la próxima crónica. De momento, aprovecho esta última línea para darle las gracias al año 2020 por ser, hasta ahora, el mejor año de mi vida.

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