COMPROMISO Y DISCIPLINA

Eric Goyo

En los treinta años que llevo dedicado a la investigación sobre el comportamiento humano, no solo he aprendido muchas cosas acerca del por qué de nuestras conductas. También me he percatado de un curioso rasgo que, lamentablemente, caracteriza a la mayoría de las personas.

Vidas significativas vs. vidas insignificantes.

Me refiero al hecho de que todo el mundo quiere tener vidas extraordinarias. Sin embargo, muy pocos demuestran estar dispuestos a conocer e imitar los hábitos de las personas que lo consiguen.

Salvo el aire que respiras, todo en la vida tiene su precio. Lo que no pagas tú, lo paga alguien más. Los déficits materiales y afectivos que agobian a la humanidad tienen su raíz en la falta de valoración de las cosas que creemos merecer.

Dar primero; recibir después.

Cuando quieras algo, piensa en lo que debes dar a cambio. La reciprocidad es esencial para garantizarte el bienestar. Lamentablemente, no hemos sido educados para pensar en los demás. Sin que te percates, tu atención está siendo secuestrada casi exclusivamente hacia lo que quieres, descuidando lo que debes dar.

En una vida normal, nadie recibe indefinidamente sin dar nada a cambio. De allí la pertinencia de recordar esta ley universal: cosechamos lo que sembramos.

Dar lo mejor.

Si quieres algo bueno de los demás, debes dar a cambio algo bueno de ti. Si quieres algo de mayor calidad, debes dar algo que tenga un mayor valor. Pero si quieres lo mejor de la vida—que es lo que todos pareciéramos querer— entonces estás obligado a dar lo mejor de ti.

Si aún no sabes qué es lo mejor que tienes para dar, tu primera tarea es conocerte. Y para ello, debes invertir en ti. Dedicar tiempo, dinero y ganas de aprender todo lo que pueda ayudarte a ser, cada día, una mejor persona.

Cómo ser una buena persona.

Convertirse en una persona consciente de sí misma, que entiende la importancia de dar lo mejor de sí en todo momento es un trabajo diario que solo se puede llevar a cabo cuando se asume gustosamente. Aquí es cuando se suman a la ecuación dos variables indispensables: compromiso y disciplina.

Estoy hablando de dos valores fundamentales que debe tatuar en su ADN toda persona que quiera tener una vida luminosa. Son las bases sobre las cuales se edifica una vida significativa.

La importancia del compromiso.

La palabra compromiso expresa la responsabilidad de tener que cumplir con lo estipulado aún, en situaciones adversas. Es la fuerza que te impulsa hacia aquello que quieres ver manifestado en tu vida.

Es fácil de comprender cuando lo que te mueve son las ganas de procurar bienestar a quienes te rodean, pero, ¿qué pasa con el compromiso más importante de todos, es decir, el que debes tener contigo mismo?

El precio de no comprometerse.

Si no estás comprometida(o) con tu propio bienestar, es poco probable que puedas superar los estándares que la sociedad tiene destinados para las personas que solo dan de sí mismas lo mínimo que se espera de ellas.

La falta de compromiso se traduce en conformidad, en resignación. Significa renunciar a todo aquello que tus capacidades pudieran permitirte alcanzar, si te decidieras a emplearlas inteligentemente.

Vida y disfrute.

Carecer de compromiso consigo mismo empobrece la vida de los seres humanos de muchas maneras. Se cuentan por miles de millones las personas que, encadenadas a sus compromisos con otras personas y cosas, se olvidan de sí mismas.

Por eso, se pierden en vidas sin sentido, agobiados por las obligaciones y por su propia necesidad de aparentar que su vida funciona, mientras buscan, desesperadamente, bajarse del caballo desbocado que los conduce al precipicio.

Tu falta de compromiso con lo más importante —tu propia vida— reduce tu disfrute solo a breves y contados momentos. Para alejarte de la mediocridad y de las limitaciones que te impiden sentirte a gusto con tu vida, necesitas disciplina.

Disciplina: tu mejor opción.

La disciplina, al igual que el compromiso, es fuerza. Es una fuente inagotable de energía que surge desde el interior y que te obliga a hacer aquello que sabes que debes hacer, aunque no quieras hacerlo.

Es el ingrediente esencial de la realización humana. Detrás de cada logro significativo alcanzado por cualquier ser humano, hay una inmensa dosis de disciplina que las personas que adolecen de ella son incapaces de ver. Por eso hablan de «la suerte de los demás».

Hay que ser disciplinado, de alguna manera y en alguna medida, para conseguir que, hasta la más insignificante idea, se convierta en una realidad tangible. Cuanto más grandes sean tus sueños, mayor ha de ser tu inversión en disciplina para hacerlos realidad.

Tu próxima decisión.

Te invito a reflexionar sobre estos dos valores gobernantes que acompañan a las personas que viven una vida con propósito y a propósito. Las biografías de personalidades destacadas sirven para que valores la importancia que tienen el compromiso y la disciplina en tu vida, para darle un nuevo rumbo a tu vida.

Si quieres darle otro rumbo a tu vida, recuerda que me dedico a trabajar con gente mayor de 50 años verdaderamente comprometida con su bienestar, ayudándoles a descubrir su propósito de vida.

Si tienes buena salud, saber qué es lo que le da sentido y significado a tu existencia es lo único que te hace falta para encontrar la plenitud que buscas.

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Espero reencontrarnos pronto.

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